En medio de la crisis política, social y económica de fines de los ‘90 y principios de los 2000 en Argentina, Fernanda Laguna funda el sello editorial y galería de arte Belleza y felicidad, Eloísa Cartonera y Belleza y Felicidad Fiorito. Tres proyectos que se vinculan, se chocan, se funden, por ideas y prácticas afines, por la precariedad en la que se configuran, por los nombres de amigos, de contertulios, que se repiten, basta seguir el nombre de Laguna. Las redes y los lazos se multiplican y condensan, el arte se percibe como una experiencia compartida que excede los límites y cuestiona los espacios tradicionales. En efecto, tanto ByF como Eloísa y Byf Fiorito pueden leerse dentro de los proyectos artísticos contemporáneos que analiza Reinaldo Laddaga en su Estética de la emergencia. Allí, Laddaga se interesa por proyectos artísticos interdisciplinares que exploren formas de vida en común y que den lugar al despliegue de “comunidades experimentales” capaces de conjugar las producciones artísticas y las relaciones sociales, a la vez que intervengan en la partición de lo sensible (Rancière). De modo que el concepto de comunidad experimental ilumina la dinámica de estos proyectos, en donde se nucleaban artistas amigos cuya búsqueda era compartida y sostenida entre sí, que pensaban en el arte como un espacio social para explorar formas de vida posibles y habilitaron nuevas maneras de ser y de hacer.