Las mujeres accedieron oficialmente a la formación y profesionalización artística argentina favorecidas por la creación de la Academia de Bellas Artes a partir de 1928, mientras se mantenían acotadas las áreas de conocimiento y praxis entre las “bellas artes” y las artes industriales o artesanías hasta mediados del siglo XX.
Las aspirantes se ajustaron a la jerarquización derivada de la tradicional matriz colonial europea. Artes mayores para la pintura y escultura, con sus correspondientes rangos en cuanto a temáticas de representación; y artes menores para el dibujo, grabado, acuarela y tinta. El periplo consagratorio, que muy pocas lograron sortear, constó de crítica valorativa, posibilidades de exhibición, exposición pública, y sobretodo ventas que aseguraran una autonomía económica.
En cuanto a las producciones vinculadas a los saberes provenientes de tradiciones provistas por linajes prehispánicos se constituyeron en objeto de estudios antropológicos y etnográficos, divulgados por revistas de amplia circulación sobre temas folklóricos y populares.
El caso de Riccarda Merzbacher de Cordiviola (1909-1978), constituye en modesto camino de resistencia. Casada con el pintor consagrado y premiado académicamente, Luis A. Cordiviola (1892-1967), se radicaron temporariamente en las serranías cordobesas de Cabalango. Es allí donde recibirá la formación y el saber local sobre el trabajo de telar y cerámica, extrayendo la arcilla de los yacimientos de la región, por transmisión oral de maestras tejedoras y alfareras.
Con el presente caso propongo por un lado, reflexionar sobre las construcciones epistémicas dentro del campo artístico desde los estudios culturales. Resignificar las categorías de escultura tanto desde su materialidad por la adaptación a recursos regionales como por su función de dispositivo cuya finalidad sugiere alterar hegemonías establecidas, dialogando entre saberes de tradición popular y saberes académicos consagrados.
Y por otro, desde la historiografía feminista del arte cuestionar los conceptos de autoría y heroicidad dentro del campo de estudio, y dejar de obliterar historias de artistas mujeres y compañeras de artistas que han pasado inadvertidas en referencias biográficas o con dataciones incompletas.